30.12.17

Documental "Planeta Azul II" (2017)


Cuando veo documentales tan magníficos como Planeta Azul II, me suelo situar medio siglo atrás, cuando no había ni la tecnología ni la financiación para realizarlos. En aquellos tiempos nuestros padres y abuelos no tuvieron acceso a conocer multitud de animales extraños y microscópicos que nos ofrecen nuestras pantallas actuales en alta definición 4K. ¿No somos afortunados los televidentes del presente? Es cierto que hay muchas cosas deleznables y gregarias en la caja tonta, pero también hay maravillas que suponen una oportunidad milagrosa de conocer otras culturas, otros paisajes,  incluso otros mundos. 


Y no me refiero a las cámaras del Hubble sino a este serie de la BBC, digna sucesora de la que salió hace más de 15 años, y que nos presenta la vida y hábitat de criaturas increíbles. Y lo hace con todo lujo de detalles, ofreciéndonos como maná del cielo, unas imágenes precisas que jamás conseguiríamos ver por nosotros mismos. ¿No somos afortunados de veras? Si somos curiosos y nos sentimos fascinados por los mundos de ciencia ficción, por los que pagamos entradas de cine y dejamos volar nuestra imaginación con toda una industria de efectos especiales, ¿cómo no podríamos sentirnos más fascinados por otros mundos que están dentro de éste? La fascinación es doble, por lo fascinante que es, y porque existe desde hace muchísimo tiempo con nosotros, en nuestro mundo.

El electrizante sentimiento de trascendencia que invade al ver estas producciones hace que muchos den gracias a Dios, y lo puedo entender perfectamente, aunque yo prefiero dárselas a la BBC y al incombustible David Attenborough.



Mientras veía los capítulos de Planeta Azul II pensaba que existe una gran desproporción entre la fama y reconocimiento que se obtiene el mundo del cine, y los creadores de grandes series documentales como esta. Por poner solamente un ejemplo, Ridley Scott, creador de Blade Runner, uno de mis mitos cinematográficos que ha generado desde tratados filosóficos hasta legiones de seguidores por todo el planeta. A este director de cine le han llovido felicitaciones y cartas de agradecimiento durante décadas por haber sabido hacer una obra maestra, por estar en el momento oportuno y contar con los actores y medios adecuados para llevar a cabo su ficción. No está mal, yo también lo comparto, pero... ¿no estaría bien, además, agradecer a los creadores de Planeta Azul II su epopeya de realismo? ¿Por qué relegar a un segundo plano una realidad más espectacular que la ficción por la que pagamos una entrada? ¿Por qué está tan escondido de las masas una obra maestra como Planeta Azul?


Al principio del episodio titulado "Costas" salen unas imágenes de unos leones marinos que van acorralando a unos atunes entre unas rocas de la costa, y tanto las imágenes aéreas como las subacuáticas, no tienen nada que envidiarle a costosas escenas de acción y naves espaciales. Al revés, saber que eso ha existido, que lo han filmado, y que me lo dan sin tener que pagar por una entrada, le da un valor mayor, me hace sentirme casi culpable, y agradecido al mismo tiempo... por vivir en estos tiempos... y por tener la sana curiosidad que me permite apreciarlo...

En su capítulo final, la serie nos desvela algunos secretos de cómo han podido rodar algunas escenas. Hay una en particular que me tenía intrigado. Se trata de unos tiburones que se golpean contra la piel de un tiburón ballena, y la perspectiva de la cámara me dejaba desconcertado. Jonathan, un tipo mucho más valiente que otros muchos héroes de ficción, y que contribuye a enseñarnos la belleza del océano, es la respuesta viviente a la misteriosa escena... y sin embargo nadie lo conoce.

¿Qué mejor forma de felicitar el nuevo año que celebrando lo que acabo de conocer y disfrutar?




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